Deportes.- La fiesta ayuda a crear vínculos, a sanar heridas y hacer nuevos amigos… Esta era una gran oportunidad para Jorge Bava y sus jugadores; reconciliarse con su gente, enviar un mensaje armonioso, esperanzador y comenzar una nueva etapa, pero solo fortaleció la idea de lo que ya se cree… la desconexión que existe de esta generación con su gente.
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Me hubiera gustado ver a la plantilla actual y a su cuerpo técnico envueltos en la algarabía de una fiesta de ochenta años.
Hubo esfuerzo por pasarla bien desde la cúpula… integración con la industria a través de butacas, misa y comida para las generaciones esmeraldas, concursos de fotografía para sumar a la afición a la fiesta.
Pero ese mismo esfuerzo no lo vi en el equipo… Yo entiendo que el amor a la camiseta es cosa del pasado, que los jugadores y entrenadores son efímeros… pero en ese tiempo que se está hay que estar, a full, camiseta puesta, identidad con los colores, envolverse en la cultura del equipo… vamos, orgullo de ser fiera. Porque ser fiera es un orgullo.
Pero no, no pasó así… solo los vi en misa, en la eucaristía de aniversario, a la que por cierto, llegaron sin los colores institucionales.
Esto también suma, y pudo haberle sumado muchos, muchos puntos al equipo con su afición, y a Bava también, pero no escuché ni un mensaje de ellos… ¡Ayúdense!
El ser fiera es un orgullo, es algo que se debe llevar con gritos altos… ahora solo quedará respaldar ese orgullo en la cancha, que los resultados me cierren la boca y para eso la directiva, a voz de Jesús Martínez, puso dos partidos como tiempo clave.
Sacó la pluma y lo firmo.
